Légende :
Continúa el manuscrito en el álbum relacionado a la presente reseña.
Type : Manuscrito
Source : © Archivos privados de la familia Llanos Droits réservés
Détails techniques :
Manuscrito a tinta azul en un cuaderno de borrador. Número total de páginas : 50. Número de páginas del pasaje : 7.
Date document : Febrero de 1947
Lieu : France - Nouvelle-Aquitaine (Aquitaine) - Lot-et-Garonne - Villeneuve-sur-Lot
Este relato que Félix Llanos dirigió a su hermana Elise, fue redactado en febrero de 1947. Consta de 50 páginas; lo inició en octubre de 1937, con la caída del frente de Asturias y lo concluyó en mayo de 1945, año de su regreso de deportación. El presente pasaje consta de 7 páginas dedicadas a su encarcelamiento en Eysses. La última página incluye el inicio del capítulo siguiente - de aproximadamente 10 páginas - relativo a su experiencia en los campos de concentración.
Empieza su relato de Eysses con una descripción de este universo carcelario tan singular como fue el de esta Central, cuando, en octubre de 1943, llegaron masivamente los detenidos políticos. Se refiere tanto a las libertadas conquistas por los condenados como a la importancia de la solidaridad de la población de Villeneuve.
Llanos luego explica la organización política y militar de los españoles dentro de la Central y también cómo fue aceptado el plan de acción implementado por el estado mayor clandestino que iba a llevar a la tentativa de evasión colectiva.
Tras haber expuesto el desarrollo de la insurrección, Llanos relata el papel desempeñado por los españoles así como la confianza que los franceses depositaban en estos combatientes. Tras el fracaso de la tentativa de evasión colectiva, la represión se abatió sobre los detenidos. Dos compañeros españoles de Llanos fueron ejecutados junto con 10 franceses, el 23 de febrero de 1944. Los demás detenidos, incluso Llanos, fueron traslados a Compiègne el 30 de mayo de 1944 y luego deportados a Dachau, el 18 de junio de 1944. Durante el traslado de Eysses hacia la estación de trenes de Penne d’Agenais, su camarada Ángel Huerga Fierro fue linchado por las SS al borde de la carretera. Se acaba su relato con la descripción del trayecto Penne d’Agenais-Compiègne, de su breve estancia en el campo de tránsito de Compiègne y luego del convoy hacia Dachau, durante el cual la solidaridad desempeñó un papel de mayor importancia en la supervivencia de los detenidos.
Transcripción :
“EYSSES Esto puede parecer mentira. En realidad, fue un caso único en los anales penitenciarios. Lo cierto es que la central de Eysses fue durante varios meses el único lugar de la Europa ocupada por los alemanes en el que se vivía y se respiraba como en un país democrático avanzado. Un director con tendencias gaullistas, una organización ilegal de guardianes, nuestra organización interior… La debilidad de Vichy, absortado por mil quebraderos de cabeza permitieron que en la Central hiciéramos todo lo que queríamos salvo marchar. Retratos de De Gaulle y Thorez de 6 metros presidian sobre un estrado construido ad hoc en el patio, un mitin antifascista. Una gigantesca estrella con la hoz y el martillo ocupaba el frontón de un “teatro” en el que un camarada conmemoraba la muerte de Lenin. Bernard, ex comandante de la Brigadas, daba clases todas las mañanas de cultura física y preparación militar. La cuestión de la evasión se planteó. Entretanto, clases, conferencias, cursillos… nos ocupaban el día. Estos meses de Eysses fueron de los mejores de mi vida política. Como en San Cristóbal de Pamplona, con la ventaja material que en Eysses la solidaridad del exterior nos regalaba con vinos de marca, alimentos de lujo (volátiles, cerdo…) hasta el punto que la media alimenticia superaba a la del 95% de los franceses y aún me quedo corto.
Portoles, Turiel y yo formábamos el Comité del P. especial (48 militantes entre 51 españoles, sin contar 5 o 6 del POUM enviados con los presos de derecho común). Se organizó un aparato militar. El francés nombrado por Bernard y como subjefe (…) El español con Guardia comandante y yo comisario. El plan grosso modo era salir en masa. Por desgracia, los gaullistas de París ponían dificultades. Los FTP del departamento no eran bastante fuertes para comprometerse a une acción de tal envergadura. Así las cosas un grupo de indisciplinados (agentes del I.S.) se fuga con la complicidad de un guardián comprado y Vichy comienza a tomar medidas (puertas fortificadas en torno de la prisión, reforzar la guardia…). Así las cosas, el tiempo pasa y de fuera no resuelven nada. Al fin nos envían papeles de identidad falsos para 35 (el guardián del servicio antropométrico nos había hecho las fotos) con vistas a una evasión de un grupo recluido de los más responsables. La cosa era al caer pero el P. francés decide pasar a la acción para lograr una salida en masa. El Estado Mayor nos comunica el plan y el Comité Español lo examina. Nos parece muy aventurado pero aceptamos secundarlo haciendo actuar nuestra gente. Quedan 2 españoles designados para actuar al comienzo y los demás en cuanto la ocasión llegue. Aprovechando la visita de un delegado de Vichy con el nuevo director (un miliciano que vino a meternos en cintura cuando el otro demasiado “bueno” tuvo que escapar). El aparato militar francés inicia la operación. Los grupos de acción se apoderan del director y guardianes, y de dormitorio en dormitorio y de patio en patio van apoderándose del personal, desvistiéndoles y revistiendo los uniformes. El plan era progresar así hasta el puesto del Comandante de la guardia exterior, convocar por teléfono a los oficiales del cuartel anejo y una vez decapitado el batallón de guardias, apoderamos por sorpresa del cuartel (había 18 guardias comprometidos) y coger armamiento, camiones, motos, intendencia… apoderamos del pueblo, evacuar a los viejos y débiles y largarnos al maquis los seiscientos más o menos del aparato militar. El plan era grandioso pero débil en cuanto multitud de hechos imprevisibles podían echarlo a rodar. Así fue que al acercarse el grupo de vanguardia al despacho del Comandante un detenido de derecho común reconoció a un camarada por el uniforme, hizo un gesto de susto que provocó la desconfianza de un guardia y… el tiroteo comenzó. El plan por tierra ya que la sorpresa era la condena esencial. Con 75 guardias ya atados y con toda la prisión en nuestras manos, quedaba la guardia exterior (unos 280 hombres) y el dispositivo de defensa intacto en manos de los “vichyssois”. Nosotros teníamos unas 300 granadas de mano y 17 “metralletas” al iniciar la operación, más una veintena de fusiles y otras tantas pistolas arrancadas a los guardianes. Ellos tenían amén del armamiento individual de los 280 (?) guardias unas 10 ametralladoras rodeando el muro y barriendo la salida. Hubo pues que intentar apoderarse de una de las torretas, rodar el muro y salir por detrás. Varias tentativas infructuosas alertaron al enemigo que comprendiendo nuestras intenciones emplazó una ametralladora en la torre de una iglesia próxima a la torreta “este”. A eso de las 11 de la noche recurren a los españoles. Vamos Guardia y yo y organizamos una posible toma de la torreta enviando granadas con un canalón por la ventana. Es halagador constatar el prestigio de los españoles. “Les Espagnols viennent !”, decían los franceses del lado este, como si fuera certitud de éxito.
No sólo no conseguimos nada sino que nos damos cuenta del fracaso absoluto en vista de lo cual Turiel, Portoles y yo propusimos formalmente a Michaud, Coin, Turrel, Doize y Auzias (Bernard estaba herido) dar por terminada la intentona y procurar que las consecuencias fueran lo menos grave posible. Los franceses se daban cuenta del fracaso pero temían parecer miedosos. Nuestra intervención les decidió y después de regateos telefónicos con el Prefecto (más bien para buscar una “salida” digna del callejón en que estábamos metidos) se dio orden de volver a los dormitorios. Quemamos las documentaciones falsas y demás papeles comprometedores y a esperar las represalias.
Durante 48 horas estuvimos encerrados mientras los guardias registraban. El tercer día seleccionaron a unos 40 y fusilaron a 12. Fue gran suerte que salvaran la pelleja Doize, Turrel, Coin y Michaud. De los máximos responsables sólo cayeron Bernard y Auzias. Los españoles integraban el grupo de los 12 Compañeros que, ligeramente heridos por una granada, aparecieron a los ojos de la Milicia como combatientes. En rigor tuvieron interés en fusilar extranjeros. Para ello hubieran cogido a bulto si hubiera sido preciso. Había que presentar la acción de Eysses como obra de terroristas extranjeros.
Un régimen severísimo fue instaurado. Paquetes prohibidos. Una carta al mes. Sin tabaco… Caigo malo (una especie de pleuresía seca) y me llevan a la enfermería en donde se estaba relativamente bien y me repongo al cabo de unas semanas.
Cuando recibí la carta de ruptura de María/Marni (?) y la tuya en que me decías que “quizás podrás arreglarlo” ya no pude contestar. Mi silencio debía haber parecido aceptación del hecho, es decir, implícitamente, reconocimiento de culpabilidad. En realidad solo hubo impotencia. La única carta mensual había de dirigirse a la persona de la familia de quien se recibía correo: Amalia y hasta junio de 1945 no pude escribir, fecha en que era ya tarde. El 30 de mayo al mediodía se precisó el rumor que corría desde el amanecer: nos cogían los SS a eso de las 14, en efecto, los SS nos obligan a salir sin nada (sin pañuelo, sin cinturón… Nada!). Nos forman en el gran patio exterior con las “manos arriba”, nos dan un paquete de la Cruz Roja Francesa de la reserva de la prisión y a la estación a palo limpio. Los primeros tuvimos suerte pues aunque apretadísimos fuimos en camión. Los últimos tuvieron que recorrer 8 kilómetros, corriendo a 8 o 10 kms per hora con una mano sobre la cabeza y recibiendo bastonazos. Así murió Huerga, el día siguiente, de los golpes recibidos en la cabeza con la culata de una metralleta. Nos encierran en los vagones a 100 por vagón sin agua ni “wáter”. Había que turnarse para poderse sentar y sólo los manifiestamente enfermos podían tumbarse. El viaje duró 3 días. Gracias a la CRF que nos dio de beber en Burdeos, pudimos soportar aunque con enormes sufrimientos, la sed espantosa. Un sol de junio, un vagón cerrado (de mercancías) y como sardinas. El itinerario nos mostró la importancia de la acción de los bombarderos ya que seguimos la línea de puntos en lugar de seguir el camino normal (trazo continuo).
La llegada a Compiègne fue un alivio porque pudimos beber. Fue la primera vez de mi vida que sufrí de la sed y pude comprobar que en efecto es infinitamente peor que el hambre. En Compiègne estuvimos 13 días. Allí me dio el último ataque epiléptico al poco de llegar. Creo que fue el día siguiente del desembarco que festejé jugando al básquetbol y me fatigué mucho, fatiga que provocó el ataque. El miedo y la esperanza nos hacían pensar que el desembarco obtendría efectos rápidos sobre nuestra suerte. Los tuvo sí, en el sentido de acelerar nuestro traslado a Alemania. El viaje fue más penoso aún que de Eysses a Compiègne. Éramos 110 por vagón y duró más el trayecto. A algunos vagones nos dieron agua. Menos mal que el tercer día llovió mucho y colocando cartones doblados por las rendijas recogimos 13 litros de agua.
La llegada a Dachau. La vida en el campo.
El nombre no era como para sentirse tranquilo. No obstante la primera impresión fue agradable. Una limpieza exterior irreprochable. Geranios en cada ventana. Acuarios… bordeando las barracas de un verde alegre, flores alineadas… Girasoles a los lados de la avenida central y tilos (?). ¡Todo fachada! Nos desnudan, rapan, duchan y visten de trajes rayados. Al cabo de un día entero de formalidades nos envían a las barracas, 7 para 3 camastros. No voy a contarte la vida del campo. Ello exigiría mucho tiempo y me limitaré pues a lo que me afecta personalmente.
Intimo con Fernández y Fourbona, asturianos y con García, asturiano también, éste veterano del campo. Fernández que trabajaba en el almacén de ropa me “viste” (la indumentaria tenía en el campo una enorme importancia, amén de la utilidad específica). Consigo trabajo en un komando llamado…
Autor : Fabrice Bourrée - Traducción : Paulina Brault.